Como queriendo decir mi nombre sin nombrarme,
estando al asecho de mi, de mi piel, de mi sexo y hasta de mi impronta.
Los detalles se guardaron en un sobre amarillento que tiene por solapa, tu memoria
y desde ahí exclama -reclama- soberanía sobre mi espalda
que desde hace algún tiempo, carece de vigorosidad pero en contraposición aumenta en sinceridad.
¿Es real?
¿Palpable?
¿Sugestiva?
Si hasta parece que mi tosco razonamiento se acostumbra a esos pensamientos impropios que poseo cuando de pensarte, me desbordo.
Porque al hacerlo de manera cotidiana y silenciosa, es cuando más acompañada estoy y sin embargo, la soledad, ahoga.
¿Que puedo contarte de mis brazos rotos y de su constante efusividad a la hora de querer abrazarte...?
¿Que puedo mostrar de interesante, cuando todas mis palabras se escurren de mi paladar y de la nada, te nombran...?
Acaso, ¿aún sustentas miserias prestigiosas, que de la nada, fomenta esta condición de poeta rota?
No.
No puede ser cierta, esta fina derrota de mi alma contra tu prolija voluntad, que siempre hace que me vea más sutil aunque cargue piedras espantosas.
Algo está por venir, yo lo siento, se nota.
Mientras tanto, dejo que el agua corra, por todos los canales de mi piel, hasta que desbordan.
Y ahí, Señora mía, veremos qué es lo que importa...
si los vientos halagadores o la simple tibieza de mirarnos y vernos en la otra.
Verónica Haluk Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso de la autora. Copyright 2013 © Todos los derechos reservados.
Profundamente...