Una se acostumbra a llevar el corazón cargado
y a que los recuerdos sean cemento,
a que la melancolía sea sospechosa de lágrimas altaneras
y de que los miedos sean las escoria
que empañan los buenos momentos…
Nos acostumbramos a amar en silencio
guardando con recelo los últimos besos
dejando al descubierto la empatía
de querer superar el desasosiego,
sin dejar que nuestros ojos revelen el secreto:
que sin ti, la soledad pasa a ser un hecho...
Verónica Haluk Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso de la autora.
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1 comentario:
Es cierto Veronica, una se acostumbra...
Me emociono este poema tuyo.
Besos
Sole
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